domingo, 20 de septiembre de 2009

Contra la pedagogía oficial

Casi toda nuestra pedagogía actual y toda la actual, en la que se basan nuestros planes de estudio, considera peligrosa la idea de que la mente es producto del cerebro; de que el cerebro está organizado en parte por el genoma, y de que el genoma fue moldeado por selección natural. Defender estas tesis trae consigo denuncias, ataques y comparaciones feroces, algunas incluso con el nazismo, por parte de la pedagogía establecida. Pero ¿en qué se basan tales críticas?
Muchos estudios hacen hincapié en la relación que existe entre el comportamiento de los padres y el comportamiento que desarrollan sus respectivos hijos. Los padres que pegan tienen hijos con inclinaciones violentas. Los que hablan tienen hijos dialogantes... La mayor parte de los pedagogos y gran parte de nuestros políticos y dirigentes utilizan estas correlaciones como base para aleccionar a la sociedad, y culpan a los padres cuando sus hijos no resultan como les hubiera gustado. Esta correlación no implica causalidad. Los padres transmiten genes a sus hijos, ademas de costumbres y pautas y hasta que estos estudios se realicen en niños adoptados, no sabremos si las correlaciones reflejan el resultado de la educación, el resultado de los genes, o una mezcla de ambos.
Casi todos los intelectuales de hoy sienten fobia hacia cualquier explicación de la mente que recurra a la genética, sobre todo por el miedo a la desigualdad; si todos comenzamos “en blanco”, no habría nadie que tuviera más o menos facultades innatas y el papel de la educación sería determinante en las futuras aptitudes de los niños. También está el miedo al determinismo; a que no se pueda responsabilizar a las personas de su comportamiento, puesto que siempre se podrá echar la culpa al cerebro o a los genes. Normalmente las disculpas más disparatadas para la mala conducta se han buscado en el entorno y no en la biología (“la pornografía me incitó a hacerlo...”).
Si existe una amenaza a la responsabilidad, ésta no procede del determinismo biológico sino de formas de ver la educación que postulan que la maldad no es inherente a la persona, sino generada por unas instituciones sociales corruptas o por el propio Estado (mito del buen salvaje). Estas teorías afirman que la parte más importante del “quienes somos” es en cierto sentido independiente de nuestra biología.
La teoría de la “tábula rasa” que afirma que no hay tal cosa como el talento o el temperamento innatos ha perdido credibilidad a raíz de una serie de descubrimientos. Hay un sistema de circuitos innato que hace posible el aprendizaje; cuando se intenta especificar cuáles son estos mecanismos de aprendizaje nos vemos obligados a defender que gran parte de la estructura de la mente es innata. Hechos y fenómenos que anteriormente se consideraban producto de la mente pueden explicarse hoy en términos físicos. La neurociencia nos muestra que nuestros pensamientos, sentimientos, impulsos y conciencia, dependen por completo de la actividad fisiológica del cerebro.
La pedagogía que tiene que imponerse en el futuro será aquella que se apoye en los últimos descubrimientos de la psicología evolucionista y en la genética del comportamiento. Mientras tanto seguiremos errando por intentar explicar lo tangible con fórmulas abstractas e ideas peregrinas como muchas otras veces hemos hecho.

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